lunes, 3 de abril de 2017

Ensayo - 2013 - ¿Qué significa ser costarricense?


Somos humanos

<Antes de hablar de cualquier nacionalidad hay que hablar de humanidad>. 
Los seres humanos somos seres sociales, necesariamente gregarios. Al igual que cualquier otro mamífero buscamos aceptación de la manada y calentar nuestra sangre en las noches frías. Siguiendo la analogía de que la raza humana tiene comportamientos “zoociales", podemos comparar la biología humana con la del resto de los seres vivos. Por ejemplo, en la biología se conoce como especiación[1] al proceso donde individuos de la misma especie comienzan a diferenciarse y aislarse debido a barreras geográficas: ríos que toman nuevos cauces, derrumbes que cortan los caminos antiguos, escasez en la alimentación, depredadores que los amenazan, búsqueda de lugares más aptos para hacer sus guaridas.
Es entonces donde cabe la concepción de la humanidad como una única especie fue separada por límites geográficos, causantes de su descentralización, lo que provocó la aparición de rasgos ideológicos y organizativos distintos entre los pueblos (en  biología "subespecies"), los cuales con el tiempo se tornaron diferencias culturales (y genéticas), más tarde fueron los límites político-territoriales que hoy conocemos.
Los pueblos nacen a causa de circunstancias distintas lo que determina sus disimiles rasgos socioculturales, no obstante, la idea de la igualdad de oportunidades debe ser más que un concepto escrito en el papel. Los límites fronterizos, raciales,  y los conflictos religiosos, son lamentables manchas en la historia de la humanidad.
Al ser individuos con capacidad intelectual debemos cuestionarnos: ¿qué se necesita para erradicar la guerra?, ¿qué debemos hacer para crear sociedades saludables?, ¿cómo podemos acabar con la escasez de alimentos, agua, educación, salud?, ¿cómo forjamos una senda de esperanza para que haya un futuro, y si llegamos a ese futuro, ¿cuál será nuestro papel ahí? Sobre todo ¿cuál es mi compromiso hoy para que la humanidad se perpetúe con cimientos fuertes?
En síntesis, el concepto que queremos rescatar: la raza humana es UNA sola con leves diferencias fenotípicas[2] pero con necesidades espirituales y sociales similares, la utopía es sostenible mientras haya compromiso individual… Parafraseando a Galeano: “Para eso sirve la utopía… para caminar”.                                                                                                                

Somos ticas y ticos

El ser humano es un compendio de vertientes interminables y de posibilidades insospechadas, así de inacabable ha de ser la labor de describirle, pues una vez que se concluye hay que volver a comenzar, debido a su naturaleza de cambio constante, de ser inquieto, desafiante ante los reveses del mundo.
No obstante, cuando se quiere determinar el ser de una Nación se comienza por caracterizar a ese conjunto de personas que la componen, donde varias ciencias y ciertos términos son necesarios de abordar tan compleja labor, tales como: idiosincrasia, folclore, etnia, típico, costumbre, cultura, historia, materialismo cultural, arqueología, antropología, lingüística, sociología. Todos conceptos que nos dan una idea e intentan categorizar el espíritu de un pueblo, pero no logran atrapar esa esencia latente que vibra en los corazones y llama como el aroma de un delicioso "tamal asado" junto al vaho de un café recién "chorreado".
Costa Rica, este diminuto territorio que representa el 0.02 % de la superficie terrestre, es más que un lugar biológicamente diverso, se trata de una concepción más elevada. Lo dice la historia y lo respaldan las ciencias: la riqueza cultural de varias etnias nos compone, los ticos somos resultado de la adaptación de los antiguos imperios, de tendencias foráneas que nos abordan casi a quemarropa, víctimas necesarias de la globalización.
Todo ello es una realidad, somos una mezcla pluricultural o multiétnica, tomamos rasgos de otros y los hacemos nuestros, es cierto, así ha sido durante siglos. Lo que no es cierto es que los ticos no tengamos cultura, que nos sea necesario tomarla de los demás, el error al que hemos incurrido es pensar que nuestra cultura no es fuerte ni trascendente. Lo peor que hemos hecho los y las ticas es no volver nuestra vista al pasado. Pues lo antiguo puede llegar a ser lo más actualizado si se le aborda de maneras creativas. Se quiera o no, debemos investigar nuestros orígenes, ¿cómo se sabe que un “mustang” es en verdad un “pura sangre”?
Para conocer el presente, nuestro verdadero Yo costarricense, hay que investigar el pasado. El gran músico guanacasteco Fidel Gamboa dijo: “sé que a veces miro para atrás pero es para saber de dónde vengo”, luego de vernos claramente a nosotros mismos, asumirnos, podremos arar una senda hacia el mañana. La Patriótica[3] nos hace vibrar cuando en coro cantamos “Yo no envidio los goces de Europa, la grandeza que en ella se encierra, es mil veces más bella mi tierra con su palma, su brisa y su sol”. Hay que amar lo que somos no lo que creemos ser o lo que nos han dicho que somos, el diálogo se vuelve personal pero siempre necesitará de la colectividad para hacerlo perdurable.
Al decir pasado hablo de las raíces más primitivas (nativos costarricenses), de las culturas extranjeras que se fueron acoplando y las que vinieron después de fundada la República: esa fusión étnica que desemboca en el rompecabezas de colores, formas, ritmos, sabores e ideas que somos los ticos y las ticas.
Según la arqueología científica costarricense, la historia de los primeros habitantes de nuestro país se remonta a unos doce o trece milenios atrás. Tal hecho se debe principalmente a dos razones, la primera de ellas es la práctica tradicional de dividir la historia en dos etapas: la Historia antigua (prehistoria, por carecer de registros escritos) y la Historia escrita (a partir de 1502 con el arribo de los colonos). Causando que se desvaloricen las 675 generaciones de costarricenses anteriores a los periodos de la Colonia y la República.  La segunda razón, consiste en el fenómeno social que establecía distinciones entre hispanos e indígenas americanos, tendientes a la discriminación y al valor diferencial. A lo cual contribuyó la incursión adicional de un importante contingente africano[4].
A Costa Rica hay que amarla cual si fuera un ser vivo y decirle en un bolero de Ray Tico “No me pidas jamás lo imposible, porque es imposible dejar de quererte. Poder complacerte, dejar de adorarte. Eso es imposible”. El patriotismo aparece como pieza clave la aceptación, pero no de una forma arcaica, al contrario debe ser un patriotismo fresco, juvenil, llamativo y adaptable ante los tiempos, pero lo suficientemente fuerte para mantenerse intacto ante las amenazas externas, y reconocerse a sí mismo con todas sus partes y aristas.
La música como el lenguaje son rasgos inherentes de los pueblos, al escuchar decir: menudo, zagüate, chayote, escusado, trapiche, chorreador, charita, mae, tórsalo,  pizuicas, carambas, gallo pinto, tamalas, patacón, pan bon, chinela, veroliz, atollarse, chicasquil, tepezcuintle, arrevejido, cachimbear, menjurje, guayabo, tuanis, chiva. El conocimiento de esos dichos, palabras, costumbrismos, es reconocerse a sí mismo auténtico y único entre otros pueblos.
Ejerzo el derecho al cual hiciera referencia el inmortal turrialbeño Jorge de Bravo “Soy hombre, es decir, animal con palabras y exijo por lo tanto que me dejen usarlas”. Amarro mis ideas con delgados hilos de yute, quiero acceder a esa ruta de ustedes que Eunice Odio en  Epígrafe sugiere: “Tiende el oído y óyeme esta canción que es como semilla de estaciones”, y que la semilla crezca como un frondoso árbol de futuro. Carmen Lyra reclamaría en la voz de Uvieta: “-¿Idiay, qué quiere que haga? Allí estoy hace tres días dándole a aquella puerta y no me abren”, no solo abrir la puerta, también actuar para que las raíces sean fuertes.
Creo que hay un mañana donde la fusión se ensamble sin distinciones para que Walter Ferguson cante en su ronca voz “Old and the young, the great and the small everybody running to the carnaval, everybody running to the carnaval, I say[5]” en un día de carnaval.
Porque el ser tico es más que llegar tarde y "mentarle la madre" al "guachimán" porque hay una presa de los mil demonios. Somos excelentes cuando nos proponemos serlo, somos trabajadores, nuestras raíces campesinas nos llaman a gritos, los machetes y las bandolas de café esperan un reencuentro con la juventud. No hablo de quedarse estancados en el ayer, hablo de innovar con esa capacidad demostrada para solucionar los problemas y adaptarse.
Hemos sobrevivido a la corrupción política de tres administraciones seguidas, hemos sobrevivido al terremoto de Limón, al de Cinchona y al de Puntarenas, un Hospital trae sonrisas nuevas a los niños cada año, porque el tico es solidario, cada vez que puede le da una monedita al piedrero de la esquina que vive entre cartones y basura para que pueda pasar otra noche. La realidad a veces es más desesperanzadora de lo que podemos resistir porque “una es verla venir y otra bailar con ella”.
Sin embargo, “al que madruga Dios le ayuda”, y "de feria" “come pechuga”, no nos rezaguemos en conocernos como pueblo pues decía mi finado abuelo, que en paz descanse, “el buey lerdo bebe agua sucia”. Ese apodo “en vías de desarrollo” está bien puesto, podemos ir en vías de un desarrollo integral que incluya como principales ejes la cultura, la educación, la seguridad social, el medio ambiente, la solidaridad y la creación de soluciones desde nuestro suelo y con nuestros dotados cerebros.
Retomemos ese concepto de paz, que no sea solo una forma de politiquear de unos cuantos parias, la armonía sea primero con el yo costarricense y luego con el resto del mundo.
Para terminar, recordemos lo que el oriundo de Chepe, Luis Cháves, retrató: “La vida de afuera parece fluir con calma y naturalidad. Quiero que la vida de adentro también”. Al igual que él quiero un balance entre el ser verdadero costarricense y el ser tico, ese de las mejengas, el que se come un churchill con los amigos, la que se chanea para ir al baile, el que dice casi siempre “pura vida” aunque se lo esté llevando el carajo, o los que le meten el diente a una manzana acaramelada en un turno donde la atracción más "yogur" es la rueda de Chicago. O se echan unas birras cada finde acompañadas de boca de chifrijo con pico’e gallo encima. O se van de “ride” pal chante del mop que está bien rayado pero es buena nota aunque venga saliendo de la chorpa. Sias tonto, mae, si comienzo a hablar pachucadas me viene a traer mi mama de las mechas luego de darme un chillillazo con el cable de la plancha, porque quedé de ir a hacer la jama pal viejillo que está todo tullido pero todavía se las juega, usted lo viera con el saco al  hombro, se echa a la bolsa a cualquier carajillo.
Mejor ya termino con esta frase… Las mujeres no somos ni hembras, ni cabras, ni güilas, y decirle a un mae “pollo” está muy chafa, pero diay, dicen que el amor está furris y uno se vuelve todo loco. Sualma si me entendió esto último es porque es un gran pachuco… Dejáte de varas abombada o tulenco: "Ser polo es tuanis", záaa…
Noviembre, 2013
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[1]Especiación alopátrica. [2] Fenotipo: se entiende por el conjunto de rasgos físicos, fisiológicos o conductuales provenientes de un genotipo determinado. Por ejemplo: ojos verdes y ojos negros, ambos responden al genotipo del color de ojos pero se expresan en forma distinta debido a la expresión predominante de ciertos genes y de la interacción de dicha genética con el medio ambiente. [3] La patriótica costarricense. 1856. Canción folclórica. [4] Hurtado, L. 2004. GUAYABO Historia Antigua de Turrialba. Lit. e Imp. LIL, S.A. San José, Costa Rica. pp 147.  [5] “Viejos y jóvenes, los grandes y chicos todos corriendo al carnaval, todos corriendo al carnaval. Yo digo”.  Canción Carnaval Day.  Walter Ferguson Calypsonian de Cahuita.

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